domingo, 8 de marzo de 2015

De mí, para mí.

Esta carta no es para ti, ni para ti. Esta carta no tiene dueño y a la vez es para todos ustedes. 
Saber que ya no piensas en mí, que yo me he vuelto nihilista o hedonista, no sé. 
Que me pierdo hasta no saber si soy, que sueño con no soñar o quedarme en mis sueños, no sé.
Dijiste que vendrías conmigo pero te llevaste marzo y te rendiste en febrero, así, como la canción. 
Saber que no es tu culpa, que yo me he vuelto pesada, o insoportablemente leve, o en realidad es que solamente estoy siendo muy yo.
Probablemente sea la crisis de los 25 hablando. Probablemente sólo sea mi drama. 
Siempre he pensado que para la gente inteligente la vida es más complicada... y sí, me considero inteligente. Se complica en el momento en el que realmente eres consciente de ti mismo, de lo irrelevante de tu existencia y la diminuta partícula que eres de una enorme nada. Tal vez también tenga algo que ver el hecho de no tener un dios, pero siempre he considerado que la inteligencia y no tener un dios, van de la mano… Qué prejuiciosa, no?

Creo que estoy escribiendo para agradecerte por haber formado parte de mi vida, por haberme enseñado cosas que quiero y cosas que no quiero y a distinguir entre ellas y de cualquier manera, no creo entregarte jamás esta carta, porque en realidad sólo es útil para mí y mi bienestar mental y emocional. Yo soy la única que puede salvarme o destruirme (sí, suena mucho a mamada, pero es real) y hoy he decidido que no estoy lista para hacer algo que pueda definir como mi salvación. Hoy sólo puedo ir en busca de algo que me haga muy feliz.

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